Entre los tucumanos que se han destacado en el extranjero, pocos han alcanzado la trascendencia e importancia de Eduardo Bacas. El exfutbolista está radicado en México desde hace más de 40 años y es reconocido como uno de los más talentosos mediocampistas que surgieron en nuestra provincia. “Lalo” dio sus primeros pasos en la década del 70’ en Tucumán Central y tocó el cielo con las manos en América de México, donde es considerado ídolo. Su dinamismo en el campo de juego, incansable espíritu de lucha y habilidad para generar oportunidades ofensivas lo hicieron invaluable en las “águilas”.
Distendido en su hogar, ubicado en Colonia del Valle (al centro-sur de la Ciudad de México), Bacas atiende de manera gentil a LA GACETA y rememora su trayectoria futbolística; esa que le dio varias alegrías y que le permitió compartir el día a día con Diego Armando Maradona y la selección argentina en el Mundial de 1986.
“Llevo 47 años en México. La comida es mucho más sazonada, tiene mucho picante, pero después es algo parecida a la de Argentina. Me acostumbré rápido a la cultura, porque yo vine casado y con hijos. Mi señora Zulema me ayudó mucho a no perder las costumbres, sobre todo, en la alimentación”, explica sobre cómo fueron sus primeros días en el país norteamericano. “Seguimos comiendo empanadas tucumanas y a veces, los 29 de cada mes, también comemos ñoquis. Lo que no volví a probar fue el locro y la humita ya que el maíz no es el mismo. Se extraña la comida, la nostalgia de los amigos”, se lamenta “Lalo” antes de hablar sobre sus raíces.
El oriundo de La Florida se formó en las inferiores de Tucumán Central y desembarcó en Altos Hornos Zapla de Jujuy. Con pocos partidos allí, se dio el gusto de tener el primer contacto con Maradona. “Fue en el Nacional. Él recién empezaba a jugar en Argentinos. Lo vi hacer cada cosa ese día. La gente que estaba en la cancha, que no era mucha, aplaudió toda la tarde la genialidad de Diego. Después tuve la fortuna de encontrarlo en un partido entre Boca y Rosario Central”, asegura el exvolante que disputó pocos partidos en Zapla antes de dar el salto a otro equipo de Jujuy, Atlético Ledesma.
El paso de Bacas por Rosario
Su arribo a Rosario Central se produjo gracias a la gestión de Ángel Tulio Zof. El técnico santafesino había quedado maravillado con su juego y había decidido incorporarlo junto al otro tucumano, Héctor Chazarreta.
“Zof era inigualable. Tenía un muy buen trato con los jugadores y mucho poder de convencimiento. Él hizo todos los trámites para que yo pudiera llegar a Central”, explica un pilar de aquel equipo apodado “la sinfónica”.
En 1980, con Bacas como titular indiscutido, Rosario Central conquistó el Torneo Nacional. “Le habíamos ganado a Racing de Córdoba que era dirigido por Alfio "Coco" Basile. Aquel equipo ofrecía un espectáculo en el ‘Gigante de Arroyito’. El fútbol era lo que la gente realmente esperaba y la mayoría de jugadores terminó siendo vendido al exterior”, recuerda. “Aún hoy, en mi cumpleaños, me mandan muchos mensajes los hinchas. Siempre recibo cariño de la gente de Rosario”.
La experiencia en México
Ese buen desempeño generó que varios clubes posen sus ojos en él; uno de ellos, América de México. Fue la primera experiencia en el exterior para el volante creativo que llegó a ser comparado con Mario Alberto Kempes.
En las “águilas”, Bacas estuvo varias temporadas y se volvió prácticamente un ídolo, con tres títulos conquistados. Además, en 2016, fue agasajado con la distinción de “Mediocampista histórico del América en su Centenario”. “Jugué en uno de los equipo más grandes de México. Tuve muy buenos compañeros y todos los años buscamos ser campeones. Jugué cerca de 10 años y, cuando me fui, lo extrañé”, afirma.
A la par de los campeones
Un año antes de disputar su última temporada con el equipo que pertenece al grupo Televisa, Bacas vivió de cerca el Mundial de 1986.
La selección argentina dirigida por Carlos Salvador Bilardo eligió como búnker la casa del América. Por este motivo, “Lalo” acompañó a la delegación “albiceleste” desde el inicio hasta el día de la conquista de la Copa ante Alemania en el estadio Azteca.
“La previa a ese Mundial fue complicada para todos porque los futbolistas argentinos no habían terminado bien en las Eliminatorias. La Selección era muy criticada y nadie esperaba que hiciera ese Mundial. Maradona estuvo bien y por eso lo terminó ganando”, dice Bacas. “La Selección se alojó en el predio de América y nosotros la ayudábamos a entrenar. En ese Mundial se lo veía a Maradona disfrutar mucho. Estaba contento. Es un buen tipo; te hablo en lo deportivo, independientemente de lo que fue su vida privada”, analiza.
Con el recuerdo latente del “gol del siglo” a Inglaterra, Bacas se animó a contar intimidades de las celebraciones posteriores al triunfo contra los alemanes. “A nosotros nos queda mucho el recuerdo porque compartimos todo ese proceso”, explica Bacas antes de dar detalles imperdibles. “Ellos regresaron a la cancha de América, entraron al campo de juego y depositaron la Copa del Mundo en el medio del círculo. Se reunieron en una especie de ceremonia y una vez que terminó eso nos reunimos y cada jugador de la Selección regaló lo que podía”.
“A mí me regaló la camiseta Jorge Burruchaga. La número '7' que utilizó en el último partido la tengo yo. Diego también regaló todo. A él le llegaba mucha ropa de Puma que le terminó dando a las cocineras, a los encargados de mantener los campos y a muchos más. Tuvo un comportamiento ejemplar con toda la gente”, recuerda “Lalo”.
Por su parte, Bacas también mencionó a otros protagonistas. “Recuerdo que ‘don’ Julio Grondona se paseaba por todos los pasillos del predio”, dice y va más allá. “Conviví mucho con Bilardo. Cuando él dirigía en Colombia me vino a buscar a México, pero a mí no me vendían. Carlos no cambió nunca; era muy intenso, metódico y todas las cábalas de las que hablan ahora son reales”, advierte Bacas.
La locura del doctor Bilardo
Unos días antes del debut contra Corea del Sur en México '86, Bilardo decidió ajustar las piezas en un amistoso a puertas cerradas contra el primer equipo del América. A pesar de tener nombres como Maradona, Oscar Ruggeri, José Luis Brown, Sergio Batista y Nery Pumpido entre otros; a la “albiceleste” le costó doblegar al equipo mexicano.
“Fue un partidazo. No hubo golpes ya que no se ganaba ni se perdía nada. A nosotros nos exigían más ya que éramos de ahí. Por su parte, la Selección necesitaba aclimatarse a la altura y al horario. Le íbamos ganando 1 a 0, pero el partido se alargaba y parecía que no se terminaba más”, dice Bacas. “Hablamos con los chicos y dijimos: ‘si no empatamos, Bilardo no lo va a terminar más’. Finalmente nos igualaron. Argentina no podía perder, menos en la previa al Mundial. No te imaginas todos los minutos que jugamos. Nosotros no queríamos perder, pero terminó el partido y todos felices. Al gol nuestro lo había marcado Ricardo Peláez, que actualmente es un periodista reconocido de aquí”, ríe con ganas.
El amor de "Lalo" por Atlético
A pesar de haber tenido una carrera exitosa (pasó por varios clubes de México como jugador y entrenador), a Bacas le quedó un sueño pendiente: defender la camiseta del “decano”. “Regresé a Tucumán en el '94 y estaba Jorge Ginarte como técnico. Yo había dejado de jugar unos meses antes y hablé con el presidente Mariano Cangemi. Era una sensación muy linda regresar a Argentina y retirarme en el club del que soy hincha. Le dije: ‘Mariano te cobro si juego”, explicó Bacas, que dejaba a relucir todo su amor por el "decano". “Hice la pretemporada, estábamos a dos días del cierre del libro de pases y en una práctica me lesioné los gemelos. Estaba el doctor Avelino Neffa, me revisó y me dijo que iba a demorarme 30 días en recuperarme. Ahí dije ‘no, a esta edad ya no puedo'. No quería dar lástima’”, se lamenta”. “Luego asumió como entrenador Guillermo Reynoso y me llevó como auxiliar”.
En la vida no toda es color de rosa y así lo entiende Bacas. El fútbol le dio y le quitó. Mientras dirigía al Atlante UTN contra Pachuca en Cancún, recibió una noticia inesperada al final del primer tiempo. José Antonio García, presidente del club mexicano, le informó que había fallecido su padre Miguel. Unos meses más tarde, estando en México, también perdió a su madre María Isaura. “La vida me regaló la oportunidad de venir a México y de jugar al fútbol. Pero, también me quita. Mi mamá y mi papá, que vivían en Villa 9 de Julio, fallecen y no pude estar presente no encontré vuelo directo para llegar. Desde ahí, no regresé más a Argentina”, concluye el tucumano ilustre del fútbol mexicano. https://www.lagaceta.com.ar/nota/849636/deportes/bacas-dolor-no-haber-podido-jugar-atletico.html.